Todos los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia serán tratados con la mayor seriedad y se hará todo lo necesario para llevar al abusador ante la justicia, aseguró el Papa Francisco en su discurso de conclusión del Encuentro sobre la Protección de los Menores en la Iglesia, que terminó este domingo en el Vaticano y donde participaron obispos de todo el mundo.
Como conclusión, el Pontífice anunció ocho compromisos que serán los rectores de la Iglesia para erradicar los abusos sexuales.
- La protección de los menores. Es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos.
- Seriedad impecable. “La Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso”, dijo el Pontífice, palabras que también pronunció ante la Curia Romana el pasado diciembre.
- Una verdadera purificación. La Iglesia se cuestionará […] cómo proteger a los niños; cómo evitar tales desventuras, cómo tratar y reintegrar a las víctimas; cómo fortalecer la formación en los seminarios. Se buscará transformar los errores cometidos en oportunidades para erradicar este flagelo no solo del cuerpo de la Iglesia sino también de la sociedad.
- La formación. La exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad.
- Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales. Reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación. Normas, no solo orientaciones. Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado (como ha sido costumbre en el pasado), porque el encubrimiento de los abusos favorece que se extienda el mal y añade un nivel adicional de escándalo.
- Acompañar a las personas abusadas. El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. Por lo tanto, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia.
- El mundo digital. Los seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes pastorales; todos deben tomar conciencia de que el mundo digital y el uso de sus instrumentos incide a menudo más profundamente de lo que se piensa. Se necesita aquí animar a los países y a las autoridades a aplicar todas las medidas necesarias para limitar los sitios de internet que amenazan la dignidad del hombre, de la mujer y de manera particular a los menores.
- El turismo sexual. Las comunidades eclesiales están llamadas a reforzar la atención pastoral a las personas explotadas por el turismo sexual. Entre estas, las más vulnerables y necesitadas de una ayuda especial son ciertamente las mujeres, los menores y los niños; estos últimos, necesitan todavía de una protección y de una atención especial.
Los puntos enunciados por el Pontífice provienen de las medidas INSPIRE, estrategias formuladas por un grupo de agencias internacionales, bajo la dirección de la Organización Mundial de la Salud.
“El objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren”, dijo el Santo Padre, quien agregó que “si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad”.
Además pidió a los presentes “colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial”.
El Encuentro para la Protección de los Menores en la Iglesia reunió del 21 al 24 de febrero a los presidentes de las 114 conferencias episcopales del mundo. Los trabajos giraron sobre la discusión de la responsabilidad de la Institución, la rendición de cuentas y la transparencia en torno a los abusos sexuales.
Participaron víctimas, laicos y comunicadores, entre otros.